sábado, 2 de octubre de 2010

La matanza de los inocentes

La aciaga suerte que otras veces me ha impedido ver el interior de alguna iglesia, en esta ocasión se ha quedado en casa. Llegando a esta ermita de Santa Cecilia, una pareja salía, y ha tenido la amabilidad de esperar unos minutos para que pudiéramos verla por dentro, sin tener que hacer los trámites de ir a buscar las llaves y volver.
Y es que dentro se encuentra uno de los capiteles más bonitos de la zona, el de la matanza de los inocentes, con los extraños atuendos de los soldados, que con cotas de malla medievales y acompañados del rey Herodes, dan muerte a los primogénitos. (Otra cosa son las incongruencias históricas, Herodes ya había muerto, Roma no hubiera permitido tal matanza, historiadores de la época como Flavio Josefo no la nombran, y el número de niños que cumplirían las condiciones sería irrisorio).

viernes, 1 de octubre de 2010

Santa María de Lebeña

Llevaba tiempo con ganas de visitar esta iglesia desde que la vi en un kit de construcción, una iglesia románica con una torre mudéjar separada unos metros de ella. Aunque la torre es del siglo XX, y la iglesia es del siglo X. Cuando a principios de siglo la restauraron, en el pueblo querían una torre, y los restauradores se negaban a estropearla con un añadido (ya podían haber aprendido los que en Córdoba incrustraron una Catedral renacentista en una Mezquita), así que al final, decisión salomónica. Y si no es porque lo cuenta la guía, cualquiera diría que tienen los mismos años, y no que se llevan un millar.
Nunca he disfrutado tanto con una guía como aquí. Una mujer menuda, de mediana edad, que con mucho humor, nos explica la historia de está iglesia, la del milenario tejo que hasta hace unos años estaba junto a ella y que el viento rompió hace unos años (está en la UVI, ya que los amigos del tejo rescataron un trozo y parece que tiene futuro) y el olivo de casi veinte metros de altura, pareja del tejo, milenario también, y que datan de la construcción de la iglesia. A ratos entremezclada con la historia del lugar y la iglesia, asistías a una explicación que se acercaba a los monólogos del club de la comedia, y donde conocí el origen de tirar los tejos. Pero eso lo contaré otro día, ... o no. Imprescindible escuchar a esta simpatica guía.
Curioso que la base del altar sea una estela celta.

Potes

Además de un lugar turístico, Potes es un pueblo con encanto, atravesado por el río Deva, donde se elaboran diferentes tipos de orujos (una botella nos la tomaremos en el restaurante donde como habitualmente los compañeros de trabajo en el PTA Málaga, El bodegón del parque, con María, dueña y amiga).
Lástima de haber parado a comer un bocadillo (del tamaño de una barra de pan con tres o cuatro filetes de lomo y queso) en la localidad aledaña de Ojeda, porque el cocido lebaniego es también espectacular. Y aunque he dado un buen paseo por la villa, asomándome a la Torre del Infantado, viendo a lo lejos el Museo de la Brujería (que visité hace unos años), o la Iglesia de San Vicente, las numerosas tiendas de recuerdos llenas de botellas de aguardientes, ... el apetito no vuelve en la cuantía necesaria. Habrán más ocasiones, seguro.

Valle de Liébana

Aunque ya había estado anteriormente, me he vuelto a acercar al Monasterio de Liébana, donde se dice que está el más grande de los trozos de la cruz donde fue crucificado Jesucristo o Lignum Crucis. Dejando a un lado el hecho de que juntando todos los pedazos, saldrían cientos de cruces, es un lugar precioso apenas a unos kilómetros de Potes, cabeza de la comarca.
En la parte superior se divisa la espadaña de una ermita, y allí me dirijo, lugar donde se contempla un maravilloso paisaje, Un paraíso en la tierra, como lo titula en su libro, Miguel Ángel Díaz Cantolla, un lugareño que en un libro que vende allí arriba cuenta la historia de estos valles que fueron el lugar de nacimiento de Don Pelayo entre otros, y que a modo de cuentos relata a su nieto en el mismo. Le compro uno, y le agradezco el detalle de mostrarme el punto exacto desde donde poder contemplar una preciosa vista de Potes. La foto es mía, pero él me indicó el mejor sitio para hacerla. Gente que ame a su tierra como él, hacen falta allí y en todas partes.

Piasca

Es la iglesia de Santa María de Piasca, una de esas iglesias que escondidas, sin llamar la atención, nos muestran su piel de piedra preservada en el tiempo. En la portada principal, podemos ver en lo alto, una pequeña galería con dos imágenes románicas en piedra, las de San Pedro (al que le delata las llaves que porta) y San Pablo (con su nombre Paulus grabado en el libro que tiene entre las manos), y en el centro una tercera, de la Virgen con el niño, del s. XVI.
En la segunda arquivolta de la portada hay numerosos motivos: leones, cabezas humanas y de animales, dos parejas de músicos, etc. y en los capiteles dragones, centauros, grifos, y demás animales mitológicos y quimeras. Una escena que se asemeja a la Anunciación, y en el fuste derecho San Miguel luchando con el demonio, algo que se repite en muchas iglesias de la época y de la zona.

San Salvador de Cantamuda

Hoy subiremos hacia el norte, a Cantabria, y la primera parada es en San Salvador de Cantamuda, para ver su iglesia de El Salvador, que en el siglo XII pertenecía al desparecido monasterio de San Salvador, de gran importancia al estar en una de las rutas que unía la meseta con el Cantábrico. Un vecino jubilado que vive al otro lado de la carretera nos abre las puertas y nos la enseña.
Curiosa sobre todo la mesa del altar que se encuentra sobre una pequeñas columnas con capiteles. Y curiosos también los capiteles sobre los que descansa la bóveda del ábside central, dos bueyes a un lado y dos caballos al otro. En el exterior nos encontramos con una cara esculpida en una columna, aunque podemos encontrar otra en un capitel.