miércoles, 13 de agosto de 2003

Lago Enol


En el año 1977 y 1978, no me acuerdo ahora, subí a los lagos y de repente empezó a bajar la niebla. Era una niebla tan espesa que no te veías los pies y si estirabas los brazos apenas distinguías las manos al final. Cuando esto sucede, y pasa más de lo que uno se puede imaginar, lo mejor es simplemente esperar. Recuerdo que en aquella ocasión podía escuchar a más de uno como anunciaba que había acabado metiéndose en el agua. Algunos encendieron los faros de sus coches y lo único que se podía ver durante unos minutos era una niebla más blanca en la parte donde estos estaban.
En esta ocasión el tiempo permitía descubrir una bella estampa de este paradisíaco lugar que se ha hecho seña de identidad de Asturias

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