jueves, 14 de abril de 2011

Consuegra

No es la primera vez que paro a ver los molinos de viento de Consuegra en el cerro Calderico, ni creo que sea la última. Esta ciudad de origen romano de la que da fé la presa que existe a 4 km y que es la más larga que se conserva de la época con más de 600 metros, fue la sede en el siglo XII del priorato de la Orden de San Juan de Jerusalén.
Alguno de ellos es visitable, y mantienen el sistema de molido de la época de El Quijote. Necesariamente tenía que ser el viento el que los hiciese funcionar en una zona como la Mancha que deriva del árabe Al-Ansha (tierra seca o tierra sin agua). De los trece que llegaron a erguirse sobre el cerro, actualmente se han reconstruido once.
Las magnificas vistas desde lo alto del cerro merecen la visita.
—Mire vuestra merced —respondió Sancho— que aquellos que allí se parecen no son gigantes, sino molinos de viento, y lo que en ellos parecen brazos son las aspas, que, volteadas del viento, hacen andar la piedra del molino.
(El Ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha, Cap. VIII, Miguel de Cervantes Saavedra)

miércoles, 13 de abril de 2011

Alcázar de Toledo

El Alcázar de Toledo, actual Museo del Ejército, ocupa el lugar de un palacio romano del siglo III. Palacio que fue restaurado por Alfonso VI primero y Alfonso X después. Carlos I, encarga su reconstrucción a Alonso de Covarrubias cuando aún Toledo era la capital del reino, a partir de entonces y tras ser residencia temporal de reinas viudas (Mariana de Austria viuda de Felipe IV, y Mariana de Neoburgo viuda de Carlos II), tuvo múltiples desempeños, incluyendo el prisión de estado, Real Casa de la Caridad en tiempos de Carlos III en que fue restaurado por Ventura Rodríguez, o torre telegráfica en tiempos de Isabel II, como punto de paso de los mensajes codificados que de Madrid se hacían llegar a Cádiz.
Pasó luego a ser Academia de Infantería, y destruido por última vez en la Guerra Civil y posteriormente reconstruido como en todas las anteriores ocasiones.

Sinagoga del Tránsito

La sinagoga del Tránsito, o de Samuel ha Leví, se levantó en el siglo XIV por el antiguo Tesorero Real (entre otras funciones) del rey Pedro I de Castilla Samuel ha Leví Abulafia.
Tuvo la suerte de sobrevivir sin daños a la destrucción que en 1391 sufrió el barrio judío. Con la expulsión de los judíos por los Reyes Católicos en 1492, fue intercambiada por el Alcázar y el Palacio de Galiana y su iglesia de Santa Fé a la Orden de Calatrava. Dos años después pasó a formar parte del Priorato de San Benito y convertida en hospital y asilo para los caballeros calatravos. La sala de oración se convierte en templo cristiano y son enterrados allí diversos caballeros. En el siglo XVI deja de ser hospital y asilo siendo solo una iglesia más. Y ha pasado de ser el Archivo de las Órdenes de Calatrava y Alcántara a Museo Sefardí, tras ser barracón militar de las tropas napoleónicas y luego ermita hasta la desamortización de Mendizábal.
Tantos hechos no le han quitado un ápice de belleza, y las restauraciones tras ser nombrada Monumento Nacional a finales del XIX, la han dejado con un esplendor parecido al debió tener en su mejor momento.
Aunque en Toledo hay otras ex-sinagogas, como la de Santa María la Blanca, de estilo mudéjar del siglo XII y gran belleza, o la del Cristo de la Luz del siglo XI. Todas dignas de visitar.

martes, 12 de abril de 2011

Puente de San Martín

Llevaba tiempo con ganas de visitar Toledo, la antigua capital del reino visigodo, ciudad de las tres culturas y capital de España hasta que Felipe II decidió trasladarla a Madrid.
El Alcázar (actual Museo del Ejército) que se asienta sobre el terreno que ya ocupaba una alcazaba árabe en el siglo X, residencia de Carlos V, y destruido y reconstruido en varias ocasiones, las antiguas sinagogas del Tránsito y Santa María la Blanca, viejas mezquitas, su Catedral, y las grandes obras de El Greco que la ciudad atesora. Pasear por la judería es retrotraerse cinco siglos atrás, y pasear alrededor del casco viejo de la ciudad con la cercanía del Tajo, y pasar por las diferentes puertas que daban acceso a la ciudad (la de la Bisagra o de Alfonso VI que aún conserva las viejas puertas que siglos atrás cerraban la ciudad por las noches, la de los Doce Cantos, Adabaquín, Valmardón, del sol, de los Alarcones, .etc.) y los puentes de Alcántara, Viejo y Nuevo, el de Azarquiel, o el de la imagen, el de San Martín que sustituyo a uno de barcas en el siglo XIV que se llevó una riada, y que poco después de su construcción, lo destruyeron para que las tropas de los partidarios de Enrique II de Trastámara en lucha con su hermanastro Pedro el Cruel lo cruzaran, reconstruido poco después por el arzobispo Pedro Tenorio, leyenda incluida.