viernes, 26 de agosto de 2005

Cabo de Peñas


Siempre que vengo a Asturias, busco la posibilidad de venir a comer al Cabo de Peñas. En un marco incomparable, en el pequeño restaurante que hay cerca del faro, se come de miedo. Lo recomiendo a todo el mundo.
Antonio, el novio de mi amiga Sonia, le puso la pega de que no tenía con que secarse las manos cuando fue al servicio. Bueno, le podría responder como en el chiste de legionarios y aviadores, ... si le hubieran enseñado a no m**rse en las manos.

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