jueves, 26 de febrero de 2009

Abadía de Santo Domingo de Silos

Ya de vuelta, un pequeño desvió para ir a Silos. Hace unos años ya estuve aquí con una amiga, compañera de múltiples viajes, y mientras esperabamos para acceder, empezó a nevar. Hoy aunque el día está frío, no ha habido esa suerte.
La abadía está en uso, y es conocida por las discos de Canto Gregoriano que sus monjes benedictinos han interpretado y vendido consiguiendo varios discos de oro y platino.
Y aunque sólo se puede visitar el claustro con su célebre y centenario ciprés, al que Gerardo Diego dedicó su famoso soneto, sólo por ver el claustro merece la pena el deplazamiento.
Construido durante los siglos XI y XII, se aprecian tres etapas diferenciadas. Sus ocho relieves son majestuosos. Ángulo sudeste: La ascensión y Pentecostés. Ángulo noreste: El sepulcro y El descendimiento. Ángulo noroeste: Los discípulos de Emaús y La duda de Santo Tomás. Ángulo sudoeste: La anunciación a María y El árbol de Jessé. (Éstos de un segundo maestro escultor)
Los capiteles, en especial los del segundo maestro, son obras maestras de la iconografía románica. Los temas son variados: escenas bíblicas o evangélicas, animales quiméricos, grifos, leones, arpías, centauros, aves fabulosas y toda clase de elementos vegetales.

1 comentario:

Begoña Antón dijo...

ver cantar a los monjes es toda una experiencia... me encantó!! ahora sólo me falta ir al tíbet a escuchar a los monjes budistas.