sábado, 25 de septiembre de 2010

Clerecía

Por fin vacaciones. Tenía pensado irme unos días a disfrutar del románico norte, en principio solo. Pero mi sobrina, que estudia Historia del Arte me dijo que si la podía llevar, luego que si se podía traer a una amiga de la facultad, y luego mi madre que si se podía acoplar y quitarse del calor de Málaga. Total que sólo se ha quedado mi hermana porque su trabajo de profesora se lo impide. Cómo la amiga apenas conoce España, he dado un rodeo para llegar a mi destino, Aguilar de Campoó, por Salamanca. No hay que desperdiciar la ocasión de pasear por sus calles, tomarse un café en la Plaza Mayor, saludar a la rana, al astronauta, y al dragón de los helados.
De paso, vuelvo a visitar las dos catedrales con las que cuenta la ciudad, la única del mundo que cuenta con dos, la vieja, de estilo románica, y adosada a ella la nueva, de estilo gótico.
En la imagen una vista de la Clerecía, en la que puede verse la linterna de la cúpula de su iglesia, un poco inclinada, debido a los efectos del terremoto de Lisboa de 1755.
Se construyó como desagravio a la Orden de los Jesuitas, por la prisión sufrida por orden de la Inquisición, de su fundador, Ignacio de Loyola, en la torre mocha de la Catedral de Salamanca. El origen de su actual nombre, se debe a que cuando Carlos III promulgó la Pragmática Sanción que expulsaba a los Jesuitas de España, ésta paso a la Real Clerecía de San Marcos, con sede en la iglesia de San Marcos (una original iglesia románica de forma circular que todavía pervive).


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