
Lo más curioso es que en ninguna parte la Biblia menciona que sea el árbol un manzano (o que la fruta sea una manzana, que es lo mismo). Es la tradición la que señala este árbol. Igual que en el caso de los Reyes Magos no habla de sus razas o sus nombres (si es cierto que aparecen en un evangelio apócrifo, y por tanto prohibido y considerado falso). Y así en muchos más casos la tradición se impone a los hechos escritos.
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